top of page

ARTÍCULO 1: LA CRUZ SILENCIADA La Cruz Silenciada: El Mensaje Confrontador de Jesús y la Crisis de la Predicación Contemporánea


Introducción: El Escándalo que Fue Silenciado

La premisa es ineludible y punzante: Si Jesús de Nazaret hubiera predicado el mismo mensaje que muchos ministros difunden hoy —centrado en el bienestar personal, el triunfo terrenal y la motivación sin costo—, nunca habría sido crucificado. El mensaje moderno es inherentemente apolítico, aséptico y no exigente, diseñado para el consumo masivo, no para la conversión radical.


La cruz de Cristo no fue el resultado de un mensaje de autoayuda o de una conferencia motivacional. Fue la consecuencia directa de un mensaje profético, confrontador y redentor que desafió radicalmente las estructuras religiosas, políticas y, sobre todo, el corazón humano. Él no fue condenado por ser inspirador; fue asesinado por ser el Cristo, el Rey que demandaba una lealtad absoluta y una metanoia (un cambio radical de mente) que desmantelaba el egoísmo y la autosuficiencia.


Este artículo es una interpelación a la conciencia pastoral y al liderazgo eclesial. Es un llamado a examinar la crisis de la predicación contemporánea, la cual, en su afán por la relevancia y la popularidad, ha despojado al Evangelio de su poder transformador y de su núcleo ofensivo: la exigencia de la cruz. El desafío es claro: ¿Seremos heraldos (kēryx) fieles de la verdad incómoda, o mercaderes complacientes de un humanismo disfrazado de fe?


I. El Confrontamiento de la Basileia: La Predicación de Jesús

Para dimensionar la gravedad de la desviación actual, debemos anclarnos en la innegociable kerygma de Jesús. Su predicación no era una oferta opcional, sino una demanda soberana centrada en el Reino de Dios (Basileia tou Theou). El kerygmaapostólico siempre estuvo enraizado en la resurrección, pero su condición de acceso era la sumisión al reinado presente de Cristo.


La Metanoia como Piedra Angular

El primer sermón registrado de Jesús no fue una promesa de riqueza, sino una orden: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). El arrepentimiento (metanoia), del griego metanoeō (cambio de mente/propósito), no es un simple lamento por los errores, sino una reorientación total de la vida, un giro de 180 grados desde el yo hacia Dios, que implica una ruptura con la autonomía pecaminosa.


La predicación moderna a menudo reemplaza la metanoia con la auto-aceptación incondicional. Se pide a la gente que se "sienta bien" consigo misma, no que se "niegue a sí misma." Jesús, en cambio, exigió una ruptura con todo lo que usurpa el trono en el corazón, incluyendo el yo. Esta es la primera ofensa del Evangelio: que el ser humano está fundamentalmente quebrado por el pecado original(una corrupción ontológica, no meramente conductual) y no puede arreglarse a sí mismo con un simple cambio de actitud; necesita ser recreadopor la gracia soberana de Dios (regeneración).


El Costo del Discipulado: Ética Radical del Reino

El mensaje de Jesús no prometió una vida fácil, sino una vida abundante a través de la cruz. Sus bienaventuranzas (Mateo 5) no glorificaron al fuerte, sino al pobre en espíritu, al que llora, al manso, al que padece persecución. Él subvirtió la escala de valores del mundo al revertir el ordo amoris (el orden del amor).

"Dejad vuestras redes": Implica que la economía, la seguridad personal y la subsistencia mundana deben ser secundarias al llamamiento del Reino, lo cual es un principio de mayordomía radical.

"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame" (Mateo 16:24): La cruz no es una metáfora de los inconvenientes diarios; es una imagen de la ejecución capital, la muerte al propio proyecto de vida. Teológicamente, esto es la unión con Cristo en su muerte (Romanos 6), donde el creyente es llamado a la mortificación del yo(Colosenses 3:5), una participación activa en la Theologia Crucis personal.

"¡Ay de vosotros, ricos!..." (Lucas 6:24): Sus "ayes" proféticos no eran palabras de motivación, sino advertencias sobre el juicio inminente para aquellos que encontraban su consuelo y justificación en las cosas de este mundo, cometiendo el pecado de la idolatría materialista.


El mensaje de Jesús fue crucificado porque era un mensaje de soberanía divina que no permitía compromisos con el poder, el dinero o el status quode su época.


II. La Crisis de la Predicación: Humanismo, Triunfalismo y Motivación

Hemos caído en una profunda crisis homilética donde la Teología de la Gloria (la búsqueda de bendiciones visibles, el éxito y la afirmación aquí y ahora) ha desplazado a la Teología de la Cruz (el reconocimiento de la insuficiencia humana, la centralidad del sacrificio de Cristo y la vocación al sufrimiento). Este contraste, popularizado por Martín Lutero, distingue entre predicar la sabiduría humana y predicar la locura divina de la cruz.


1. El Humanismo Teñido de Fe

El humanismo, en su sentido filosófico, coloca al ser humano y sus capacidades en el centro. Cuando esto permea el púlpito, el mensaje se transforma de: "Dios es santo y tú necesitas a un Salvador" a "Dios cree en tu potencial y quiere hacer realidad tus sueños."

Este giro tiene consecuencias devastadoras:

De la Soberanía a la Herramienta: Se erosiona la doctrina de la Aseidad (Dios existe y subsiste por Sí mismo, independiente de Su creación) y Su Transcendance. Dios se convierte en un mero facilitador para alcanzar metas personales.

Del Pecado a la Baja Autoestima: El concepto bíblico del pecado (la culpa y la contaminacióncomo rebelión contra un Dios santo) es reemplazado por la idea de que el problema es la falta de confianza o la mala programación mental. La solución ya no es la Justificación por la Gracia, sino un ajuste psicológico o autoperdón.

La Tiranía del Sentir: Se prioriza la experiencia subjetiva sobre la verdad objetiva. La verdad bíblica, que a menudo es una espada que divide el alma y el espíritu (Hebreos 4:12) y que puede generar ofensa, es temida y evitada en favor de la anécdota emocionante.


2. El Triunfalismo y el Abandono de la Doctrina del Sufrimiento

El triunfalismo, visible en el Evangelio de la Prosperidad, predica la redención sin la paciencia y la resurrección sin la muerte. Presenta al cristiano como alguien exento de enfermedades, pobreza y tribulaciones, negando la realidad de la Theodicea(la necesidad de reconciliar la bondad de Dios con la existencia del mal).

Jesús y los Apóstoles: Sus vidas estuvieron marcadas por el rechazo y culminaron en el martirio o la persecución (2 Corintios 11:23-28). La escatología realizada (el Reino ya está aquí) es desequilibrada al ignorar la escatología no-realizada (el sufrimiento hasta la consumación).

La Enseñanza Paulina: Pablo declara que “es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22). El anhelo por “la participación de sus padecimientos” (Filipenses 3:10) es la expresión suprema de la imago Christi, la conformación al carácter de Cristo.

El Propósito del Sufrimiento: La Biblia enseña que el sufrimiento es un horno de refinación para producir carácter y esperanza (Romanos 5:3-5). Al eliminarlo del púlpito, se elimina un medio esencial de santificación progresiva y se genera una teología de la decepción que no puede sostener la fe ante la adversidad.


3. La Predicación como Coaching y el Olvido del Juicio

Cuando el púlpito se convierte en una plataforma de coaching o motivación empresarial, el predicador deja de ser un heraldo (kēryx) de la voluntad del Rey, para ser un entrenador que alienta al equipo.

El Evangelio moderno silencia el juicio de Dios, su santidad inmutable y la seriedad del infierno. Al hacerlo, despoja al cielo de su urgencia y a la gracia de su valor incalculable. Si no hay un peligro real del cual ser salvado (la ira de Dios que se revela contra toda impiedad), la salvación no es una necesidad vital que requiere Propiciación (la satisfacción de la justicia divina), sino un simple complemento para una vida mejor. El resultado es una iglesia con membresía abundante, pero con discípulos escasos y una soteriología anémica.


Conclusión: El Veredicto del Púlpito Vacío

Hemos llegado al punto crucial: la Cruz no está vacía; ha sido intencionalmente silenciada. La crisis de la predicación contemporánea no es una crisis de metodología, sino de coraje teológico. Hemos sustituido el kerygma confrontador, esa demanda soberana de la Basileia que exige una metanoiaradical, por un eco amable y apolítico que garantiza la popularidad, pero anula el poder transformador.

La pregunta que este artículo pone sobre la mesa es un ultimátum a la conciencia pastoral: ¿Somos pastores que pastorean almas hacia el trono del Rey, o somos mercaderes que adaptan el Evangelio al gusto del consumidor? El triunfo terrenal que hoy se promueve es el sedante que neutraliza la ofensa de la Cruz, y, al hacerlo, despoja a la fe de su propia esencia sacrificial. El mensaje moderno que no puede conducir a la crucifixión de su portador es, por definición, un mensaje domesticado, y, por lo tanto, no es el Evangelio.


El Desafío a la Audiencia: La Cruz Silenciada nos confronta con una realidad incómoda: el mensaje que predicamos revela el objeto de nuestro miedo. Si tememos la crítica, la pérdida de popularidad o el costo social, la Cruz permanece muda. Si tememos más a Dios que al hombre, Su mensaje profético y redentor resonará, incluso en medio del rechazo. Si no hay demanda soberana, no hay lealtad absoluta.

Y si no hay metanoia, la fe no es más que una filosofía de autoayuda con barniz cristiano.


Preparación para la Siguiente Entrega: Aceptar la soberanía de la Basileia y el mensaje confrontador de Jesús tiene un precio ineludible. En nuestro próximo artículo, daremos un paso más allá de la teoría y la crítica para explorar la práctica radical.


Si este artículo te edifica házmelo saber, déjame tus comentarios y, compártelo. Gracias.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page